miércoles, 14 de junio de 2017

Saber escuchar

Me gusta escuchar. Lo admito, y además lo practico habitualmente. A veces con un fin meramente didáctico, y otras, en cambio, para aprender más sobre la persona que tengo delante.
Cuando el fin es didáctico el resultado siempre es óptimo. En cambio, cuando la finalidad es saber más sobre la personalidad del interlocutor no siempre es lo que uno espera.



Saber escuchar no sólo es oír a otra persona, es mucho más. Se necesita empatía entre el emisor y receptor, un conocimiento previo de ambos, o que el tema de la conversación sea de interés para los dos. Si no, es mucho más complicado que se quiera escuchar.
También, es clave tener en cuenta que cuando escuchemos a alguien, sus sentimientos estarán presentes en la conversación, independientemente de que pueda gustarnos o no, y lo que tiene que interesar es la otra persona y no nosotros.

Si quieres ser un buen oyente:

·         Di No a los prejuicios. 
Debes tener la mente abierta. Esto te hará accesible para los demás. Nadie quiere tener una conversación con alguien que ya ha formado una opinión y no está dispuesto a escuchar. Esto no quiere decir que tengas que aceptar todos los comportamientos, sino dejar de emitir un juicio.  Esto te ayudará a entender lo que realmente se está diciendo.

·         No interrumpas constantemente. 
Además de ser una falta de respeto, denota que te importa más tu opinión que la de los demás y que no eres demasiado tolerante. 

·         NO preguntes por algo que ya te han contado. Es una característica típica de las personas que no saben escuchar a los demás…  Cuando las personas que te rodean siempre te dicen "pero si ya te lo dije ", malo. Deberías replantearte qué estás haciendo mal.

·         Evita estar pensando en cosas que tienes que contar mientras alguien habla. 
Parece que escuchas, y a lo mejor la persona que tienes delante ni siquiera se ha dado cuenta de que no es así. Pero estás pensando en otra cosa, en lo que vas a contar tú en cuanto la otra persona se calle… Por favor, intenta concentrarte en la conversación que estás teniendo.

·         Las personas que te rodean no te suelen contar hechos importantes. 
A las personas que no escuchan se las pilla fácilmente. Y a nadie le gusta contar cosas íntimas o importantes a alguien que ni siquiera va a tenerlas en cuenta. Si te has fijado en que últimamente las personas que te rodean no se abren contigo, pregúntate por qué. 

·         No grites para "tener razón" 
Esta es otra característica de los "malos oyentes": gritar. Piensan que la razón o, simplemente, el turno de palabra, se gana gritando. Entrena la tolerancia. 

Al escuchar se aprende:
Una ventaja cuando se sabe escuchar es que se eleva la autoestima de la persona que habla. Lo que los demás dicen es importante para ellos, aunque no lo sea para ti. Al escuchar con atención, expresarás que es importante y que tiene valor lo que dice. Con esto se genera un clima positivo para la comunicación y las relaciones interpersonales, contribuyendo a que la otra persona te trate con respeto y consideración. 

Otra ventaja es que, si sabes escuchar con atención, aprendes de forma indirecta. Todos somos expertos o conocedores en algún área en la que los demás pueden no serlo tanto. Escuchar a los demás amplia tu cultura, conocimientos y capacidad de compresión.

Aquel que es buen oyente destaca sobre lo demás. Porque además de escuchar y dejar hablar a los otros, demuestra que tiene apertura mental.

Aprendes a tolerar las críticas. Por eso mismo, cuando te toca dar tu opinión, lo haces sin ser agresivo y exponiendo claramente tus ideas. Quien sabe hablar también sabe escuchar. Y viceversa. Todo parte del respeto y el entendimiento.

Saber escuchar y dejar hablar a los demás es un síntoma de madurez. Sólo aquel que está preparado para ello sabe aceptar a los demás, incluso sus prejuicios, exageraciones y otras cosas que mucha gente no toleraría.

Y recuerda:

“Hablar es una necesidad, escuchar es un arte”.
-Goethe-.

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